EL PORQUÉ AL CINE MEXICANO LE PONEMOS EL APELLIDO DE “MEXICANO”

*Este texto se publicó originalmente en la Revista Migala, se publica de nuevo con permiso de los editores.

 Andrei Peña

Estoy sentado en una sala de cine, la película está por comenzar y no tengo esa emoción de siempre, esa misma que te invade cuando sabes que estás a punto de presenciar una película que te va a sorprender, a divertir y entretener, que te hará reflexionar de una forma tan sutil que no te darás cuenta hasta que lleves varios días comentándola. No siento ese gusto por lo desconocido, esa ansiedad de esperar tanto el momento en el que al fin la verás y después sentirte dichoso durante el tiempo que estés en la sala. No, no siento nada de eso, en su lugar, hurgo en las palomitas, pensando a dónde se fue esa que estaba rebosante de salsa, le bebo al refresco y me pregunto qué estará haciendo mi gato, por mi mente cruzan varias ideas idiotas, me río de lo estúpidas que son cada una de ellas, mi acompañante se indigna porque no presto atención, regreso la mirada y veo con pesadez los créditos de entrada, el sonido es malo, la película está comenzando y lo único que pasa por mi mente es: “que no sea mala, que no sea mala”, sí, estoy a punto de ver una película mexicana.